EL ANILLO



En un tiempo no muy distante un Monje Zen se asocio con una Mujer de mala reputación, se le atribuían dotes de brujería. Al terminar la asociación la Mujer le regalo un anillo de oro en forma de calavera, al momento, le pide que se lo ponga para saber si el anillo le quedaba y efectivamente, el anillo le quedo perfectamente.

Al despedirse de la Mujer y después de salir de su choza, el Monje intenta quitarse el anillo, no lo consigue, lo intenta de nuevo, sigue sin  lograrlo. Ansiosamente se desborda a utilizar todo a su alcance, agua, aceite de flores, cera de abeja, brea … y el anillo firmemente se mantiene en su lugar.

Agotado, desesperado, después de agotar todas sus posibilidades para  quitarse el anillo y casi seguro que cargara con él por el resto de su vida, decide acudir con su Maestro. Al entrar al Zendo y presa del pánico el Monje exclama a su maestro:

-¡Maestro! he sido víctima de una maldición, la Bruja me regalo este anillo y no paró hasta vérmelo puesto, ahora no me lo puedo quitar, ya lo intente todo, tendré este anillo puesto por el resto de mi vida. ¡Cargare con el por siempre!

El maestro le toma la mano donde se encuentra el anillo, la observa detalladamente, sostiene el anillo con sus dedos índice y pulgar… lo sigue observando… y de un solo movimiento extrae el anillo del dedo de su Discípulo.

-¡Maestro!... ¿Cómo lo logro?
-Para mí, el anillo solo es eso... un anillo.

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