EL MAESTRO CARACOL

En uno de mis paseos nocturnos por el Centro Histórico me dispuse a caminar por la Alameda Central, de repente, me di cuenta de una peregrinación de caracoles, eran docenas que se desplazaban lentamente de una isla de tierra húmeda a otra, atravesaban los caminos secos de mármol por quien sabe que motivo, tal vez mas alimento, tal vez  mas humedad, no lo se, solo se que el paisaje era magnifico.

Pasos más adelante vi que algunos caracoles habían sido pisados por los pocos paseantes que aun se encontraban en la Alameda, no me gusto tal espectáculo.

Me decidí participar en la travesía de los caracoles, tome uno a uno tanto los caracoles que ya había visto como los que se cruzaban en mi camino, los lleve hasta el final del camino de mármol que deseaban cruzar, pero cada vez me adentraba más y más en las islas hasta llegado al punto de dejarlos a pies de las plantas.

Estaba a gusto con tal acción hasta que al salir de una de las islas escuche un crujir bajo mis pies, lentamente levante el pie y al mirar observe que había pisado a un caracol que acababa de cruzar el camino de mármol.

-Si seras descuidado -me dije a mi mismo- atención, atención, atención...

En ese instante me vinieron a la mente varias de las enseñanzas referentes a la atención y la intención de ayudar.

  • Saber ayudar es hacerlo sin afectar a otros.
  • La espada que defiende a un inocente y corta a otro inocente, no esta defendiendo nada.
  • Si conduces un navío de pasajeros no debes ser presa de tus emociones, de lo contrario naufragara el navío.
  • Ten presente que el mundo es vida, debajo de tu pie hay vida, cuida tus pasos para no afectarla.
  • Si deseas ayudar a otro solo necesitas tres cosas: atención, atención y mas atención. 

Me di cuenta lo fácil que pierdo la atención frente a las emociones, estaba tan contento trasladando los caracoles que no puse atención por donde caminaba, y termine haciendo lo que quería evitar, que pisaran otro caracol.

Solo puedo decir una sola cosa -LECCIÓN APRENDIDA- ahora pongo mas atención no solo a lo que hago, sino también al cómo lo hago, tanto en la vida diaria como en el consultorio con mis pacientes.

Continué trasladando los caracoles que encontraba en mi camino hasta el final de mi caminata nocturna, pero ahora con mas cuidado, y cuando incursionaba dentro de las islas viendo cual seria el mejor lugar para depositar los caracoles, me fijaba atentamente donde ponía el pie.

¡Gracias Maestro Caracol!




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