En un Monasterio ZEN existía un alumno destacado
en meditación, era el mejor del Monasterio, pero solo hacía eso, solo meditaba,
no desarrollaba más habilidades.
El Maestro al darse cuenta de este suceso, decidió
visitar la habitación del joven aprendiz durante
sus meditaciones personales, cada vez que el Maestro entraba, llevaba consigo un ladrillo el cual lo ponía en el piso y comenzaba a pulirlo incesantemente.
El discípulo al principio no presto atención a la acción de su Maestro, pero el Maestro que día a día lo visitaba para pulir incesantemente el ladrillo llego a desesperarlo y le preguntó:
-¿Pero que hace Maestro?
-Pulo este ladrilló hasta convertirlo en un
espejo.
-Pula todo lo que quiera Maestro, un ladrilló
nunca se convertirá en un espejo.
-Y tú medita todo lo que quieras mi joven
aprendiz, que solo la posición de sapo, nunca te convertirá en Buda.
Acto seguido ambos abandonaron la habitación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario