En un monasterio Zen el Jardinero comienza sus labores
muy temprano, se esmera en el cuidado de las plantas, los arboles, el
pasto, los adornos. Al pasar el Maestro, el Jardinero orgulloso de su obra le
declara
–¡El jardín esta perfecto!
El maestro recorre con la mirada el jardín... ¡KUATZU!* grita el Maestro y lo golpea con su bastón en los omoplatos. El jardinero desconcertado
se pone a trabajar inmediatamente en el jardín. Al pasar nuevamente el Maestro,
el Jardinero le declara
–Maestro, ahora sí... ¡El jardín esta perfecto!
El Maestro
recorre con la mirada el jardín... ¡KUATZU! el Maestro lo golpea nuevamente. El Maestro al ver a su discípulo en el suelo desconcertado sin comprender el
mensaje, camina al árbol más cercano, lo sacude fuertemente, caen las hojas secas tapizando el césped, el Jardinero se levanta rápidamente, hace una
reverencia y con una sonrisa le exclama a su Maestro
–El Jardín ahora si es
perfecto.
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