
–La roca en la montaña- uno contesta
–El loto en el fango- otro responde
–El reflejo de las nubes en el lago- uno más declara
El maestro decepcionado cierra los ojos. Al abrirlos nuevamente observa al más pequeño de sus discípulos acercarse a él con una bandeja con agua. Lentamente con toda delicadeza levanta e inclina la cabeza del Maestro, le da de beber, después de recostarlo le hace una reverencia y le declara
–¡Maestro! No me interesa su Bastón y si hoy ha de morir… quiero que muera sin sed.
El Maestro lo mira... lo sujeta de una mano y le entrega su Bastón mientras sonríe hasta donde sus fuerzas se lo permiten, cierra sus ojos y lanza su último suspiro…
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